miércoles, 15 de enero de 2014

MI MADRE -IN MEMORIAM



Madre es la palabra mas hermosa que existe, esta palabra es el compendio de otras muchas palabras hermosas como: amor, entrega, refugio, ayuda, calidez,desinterés y muchas más.

¡Madre! ¡Madre que pena no tenerte!  refugiarme entre tus brazos, acurrucarme en tu regazo, sentir el calor de tu pecho, tus besos en mi frente, tus cariñosas palabras, han pasado muchos años y aún reconozco el sonido de tu voz, cierro los ojos y veo perfectamente tu cuerpo menudo, tu pelo, tus manos, esas manos que tantas veces me han acariciado, y me las has tendido para que tu pecho me sirva de refugio, esas manos que en numerosas ocasiones me has puesto en mi frente con paños de agua fría para que se me pasara la jaqueca o para que me bajara la fiebre ¡Madre te quiero!

Lo que ha sido mi vida se basa en tres pilares que lo han sido todo, sin ellos, mi vida hubiera sido otra, yo creo que mucho peor....Estos pilares son: mi madre, mi abuelo y mi marido.
Después vino lo principal en mi vida, por lo que yo daría la mía....mis hijos, pero precisamente estos relatos son para si algún día ellos quieren leerlos. Por eso no estarán en los relatos hasta que escriba antes de la familia que casi no recuerdan o que no llegaron a conocer y que yo ahora todavía puedo recordar.
Como dije antes los pilares son tres, por supuesto que en mi vida ha habido personas que me han querido y que les he querido, pero no han sido tan importantes, al menos para llegar a madurar y tener sentido de ser querida y protegida. Mis hermanos unos más y otros menos han influido, en mi  para bien  o  para mal, pero de eso ya hablare otro día. Primero quiero hablar de las personas que más han representado en mi vida y hoy lo haré de mi madre.
Carmen Pérez León, nacida el 15 de Mayo de 1905 en Ciempozuelos (Madrid) de su niñez solo puedo contar que fue miserable, su padre, ciego, su madre peinadora (así llamaban a las peluqueras) como comprenderéis esto no daba para comer a sus tres hermanos y a ella, sus hermanos eran Herminio, Consuelo y Ángel.
Desde muy pequeña tuvo que ayudar, lavando ropa para otras personas y recogiendo cosechas para los "amos" de las fincas del pueblo.
 Su cuerpo era menudo, no media ni metro y medio y pesaba 38 o 40 kilos, pero eso no la eximía de trabajos duros En su niñez durante la cosecha de la aceituna me contaba, que el frío (en Madrid se recogían por Noviembre) era horrible, ella era una niña de apenas diez años y al amanecer ya estaba junto a su madre recogiendo aceituna, los dedos no los podía doblar y la jornada era de sol a sol. Contrataban más a mujeres y niños porqué por una miseria los tenían trabajando todo el día.
A los catorce años su familia y ella recorrieron los 35 km. que les separaban de Madrid y se instalaron allí, esperando conseguir una mejor vida para todos.
Tampoco allí la vida fue nada fácil, en el puente de Vallecas fue donde pudieron encontrar una pequeña y humilde casa. Mis tíos pronto la abandonaron, mi tía encontró trabajo de interna en una casa de gente de recursos y más adelante se casó.
Mis tíos Herminio y Ángel pronto también se casaron.
Mi abuela que se llamaba Carmen como mi madre, era 10 años mayor que mi abuelo y pronto quedaría casi impedida debido a los trabajos tan duros que durante su vida tuvo que ejercer para poder llevar algo de comer a casa. Los últimos años de su vida ya en la guerra civil no podía desplazarse y solo caminaba pequeños recorridos con muletas.
Murió en Murcia donde junto con mi madre y mis hermanos durante la guerra civil los habían mandado de refugiados.El viaje en tren a Murcia fue tan largo y azaroso que mi abuela llegando a su destino al poco murió.
Al parecer aún cuando el tren llevaba en su techo grandes símbolos de la Cruz Roja, los aviones, no dejaban de bombardearlo, me imagino la escena y me da escalofríos, mi madre embarazada de mi hermano Fermín, mi hermano Emilio con un añito de edad, mi hermano Lorenzo con ocho y mi abuelita impedida, y a cada rato teniendo que bajarse del tren  y salir corriendo lejos de él para intentar refugiarse de las ametralladoras y bombas que les enviaban desde el cielo. Espeluznante, que temple de personas, cuantos malos tragos pasados en su vida y esto no parecía hacer mella en ellos, pues todas eran personas buenas, bondadosas, solidarias y solicitas para con los demás. Al llegar a Murcía mi madre dio a luz a mi hermano Fermín.
De la guerra mi madre me contaba que como nuestra casa estaba relativamente cerca del metro de Atocha, cuando las sirenas avisaban a la población de un bombardeo aéreo, ella tenía que bajar los tres pisos con mi hermano Emilio en brazos, de su mano mi hermano Lorenzo y cargar también con su embarazo y llegar a refugiarse al subterráneo del metro. Allí junto a muchos más ciudadanos tenían que esperar a que dejaran de bombardear y volvieran a sonar las sirenas y así la población pudiera volver a sus casas.
El camino de ida y vuelta a casa era en sí una odisea ya que tenían que cruzar la calle Atocha (que relativamente es ancha) y en los tejados había apostado francotiradores (personas del otro bando infiltradas en Madrid) y desde esos tejados tiraban a la población civil sembrando el pánico. No quiero ni imaginar los años de guerra que pasó mi madre
Mi hermano Emilio tiene una gran cicatriz en el pecho ya que entonces las bronquitis y catarros, como no existían  los antibióticos intentaban curarlas con cataplasmas y esas se hacían con agua caliente harina y mostaza u otros ingredientes. Pues estando mi hermano con la cataplasma puesta en el pecho sonó la alarma antiaérea y mi madre cogió a sus hijos y se fue escaleras abajo en busca del refugio del metro, pero con la urgencia no se acordó hasta llegar al metro de que mi hermano llevaba mucho tiempo con la cataplasma caliente encima de su pechito, el resultado fue una herida que al cicatrizar ya le quedó para siempre. Él en broma siempre contaba que era una herida de guerra.      .
También me contaba que una vez en la calle Toledo, mi padre se paró a la puerta de un comercio donde estaba una mujer sentada con una cesta en su regazo, donde vendía pequeñas cosas y mi padre le compró un par de cerillas, entonces todo se vendía a granel, cada uno compraba lo que podía y el poco tabaco, cerillas o las piedras para que encendieran los mecheros de yesca se vendían así. Mi madre estaba retirada unos paso cuando escucharon un ruido silbante pero seco y vieron como la vendedora caía abatida por un tiro de un francotirador, por muy poco se habían salvado de una muerte segura..
 
Mi madre era pequeña y pizpireta, de ella no  se podía decir que era guapa, pero su preciosa sonrisa, y su pequeño cuerpo armonioso le hacían una muchacha que gustaba mucho a los chicos. Mi madre me contaba que cuando era joven y paseaba con su madre al tener muy poco pecho algún gracioso le decía " Nena ¿Te ha pasado San José la garlopa?. La garlopa es un instrumento de carpintero que sirve para cepillar y rebajar la madera.
Bueno, ella se colocó a trabajar en Vallecas en una fábrica de metalurgia, manejaba una maquina muy pesada y cobraba una peseta diaria. Allí empezó a pagar una especie de mutualidad que popularmente se conocía como " La perra gorda" eso hizo que al cumplir la edad de jubilación pudiera cobrar una pequeña paga.
No recuerdo como conoció a mi padre él era un espíritu libre que no quería plegarse a trabajar para nadie ni recibir órdenes. De buena familia a la muerte de su padre - que era recaudador de impuestos en la carretera de Valencia a la entrada de Madrid- su madre solo se hizo cargo de las dos hermanas y a él y a su hermano los puso en la calle y les dijo que se buscaran la vida, mi padre tenía 14 años . Su carácter era horrible y como casi todos los hombres de aquellos tiempos tenían la mano muy suelta. Mi madre siempre pensó que sus cambios de carácter se debían a que siendo muy joven le movilizaron para la guerra del norte de África. Allí llegaron 14 amigos del barrio y solo volvieron 3. El resto quedaron sus cadáveres esparcidos por aquellas tierras. Desde entonces ya no fue el mismo.
No quiero tener malos recuerdos aquí, ya que esto es un homenaje a mi madre.
Mi padre murió a los 52 años después de una larga enfermedad, esta enfermedad, que fue muy cruel duró casi tres años, y transcurrió cuando los alimentos estaban racionados ya que desde el fin de la guerra la escasez de ellos hizo que se racionaran y para ello se crearon unas cartillas con unos cupones que en los establecimientos te iban cortando y era los alimentos cuyos precios estaban reglados y a los que podía malamente acceder la población, esos fueron años de mucha hambre, recuerdo ya de mayor escuchar a mis hermanos hablar del hambre que habían pasado durante esos años y nunca olvidaré como entre otros que no me ha quedado los nombres, nombraban, que comían harina de almortas y puré de San Antonio.
Volviendo a mi padre durante su enfermedad , yo era muy pequeña y como entonces y para que yo no sufriera viendo el día a día de la agonía de él, pues estuve esos dos años como el baúl de la Piquer, yendo de un sitio para otro, a  casa de familiares o a las colonias (campamentos) estos campamentos duraban tres meses, a los que yo iba eran en la sierra de Madrid ( Guadarrama) recuerdo que estaba en una pequeña carretera y cerca de la entrada había una señal que indicaba a Los Molinos, luego estaba en dirección los Molinos, aunque le llamaban colonias o campamentos estos eran unos edificios de piedra muy bonitos con grandes arcadas a un porche y un jardín muy grande desde donde se podía ver toda la sierra. En esos campamentos básicamente se dedicaban a "cebarnos" como era época de pocos recursos en las familias, podéis comprender que en los hogares la comida era escasa, por eso el fin principal de los mal llamados campamentos era darnos desayuno, comida, merienda y cena abundante y que pasados los tres meses allí volviéramos gordas,  entonces no era como ahora que todos queremos ser delgados, recuerdo que enfrente de nuestro jardín en la carretera, había un cartel anunciador muy grande, en el dos hombres, uno muy delgado con la leyenda ANTES y otro muy gordo con la leyenda DESPUÉS, estos lo conseguían si comían el prestigioso chocolate MATIAS LOPEZ,
Estando allí, un día de Julio mi padre murió. Las visitas solo eran una vez al mes y el día de visita, que siempre era domingo, yo esperaba a que llegaran  mi madre y alguno de mis hermanos, ya que al estar mi padre tan enfermo él no venia y tampoco lo podían dejar solo. este domingo yo desesperaba porque mi familia no venia, mientras las demás familias ya se encontraban con las otras niñas. Pasadas unas horas por fin apareció mi madre y mi hermano Lorenzo, me extraño porque no entraron por donde siempre, si no que lo hicieron por la puerta principal al estar cerrado el acceso por el que solían  entrar.
Al  llegar tarde, mi madre me dio la excusa de que el autobús había roto una rueda, pero las prisas por marcharse,a pesar de ser yo muy pequeña (solo tenía 7 años) me hicieron comprender que a mi padre le había pasado algo.Había muerto y ese día fue el entierro.
Cuando las cosas se pueden poner negras, pues se ponen más que negras, no sé si ya había muerto mi padre o estaba por morir, cuando el piso donde  vivíamos, que era de alquiler lo pusieron en venta, su precio era de 7.500 pesetas, una verdadera fortuna para aquellos tiempos y o lo comprábamos o nos echaban de él, como yo era muy pequeña no me acuerdo como pudieron conseguir ese importe, creo que mi hermano Lorenzo ya trabajaba en una empresa de electrónica y tenía algo ahorrado para casarse, hubo también alguien que les presto el resto.Este piso estaba en lo mejor de Madrid, en la calle Almadén, frente al Jardín Botánico y el Museo de Prado, ha sido mio hasta hace poco, lo vendí porqué mis hijos no querían ir a estudiar a Madrid y era mucho gasto para estar por años vacío.
Volviendo a mi madre, después de un intervalo de 4 años, y por las mismas fechas  de la muerte de mi padre  mi hermano Fermín se fue a la piscina un domingo con los compañeros de trabajo y allí cerca de la ducha en el canal para recoger el agua que estaba hecho de cemento y con el agua se ponía resbaloso, mi pobre hermano resbaló y sus preciosos 19 años quedaron truncados, murió en el acto.
Yo tenía unos 12 o 14 años  y todavía recuerdo los llantos y los alaridos de pena de mi madre, yo asustada corrí escalera abajo y me no paré hasta caer extenuada .Es ahora y todavía recuerdo la pena de mi madre, recuerdos esos llantos, esos alaridos, los podría reproducir, era la desesperación de una madre, la negación a creer que su hijo que hacía unas pocas horas había salido de casa en lo mejor de su vida ya no lo volvería a ver, lo recuerdo ahora como si fuera ayer y me dan escalofríos. En esa ocasión fue la primera vez que su corazón falló, le dio una angina de pecho y cayó rendida .Mi madre se negaba a creer que su hijo estaba muerto, aún viendo su cadáver, repetía que no era posible, mi hermano al parecer solo tenia una pequeña fractura en la parte frontal de la cabeza y eso unido a  su juventud, a  mi madre le hacia imposible admitir que estuviera muerto. El médico le dijo que había sido una caída de mala suerte ya que de mil personas con esa fractura solo se moría una.. Ella  se vistió de luto y así estuvo casi hasta el final de sus días, cuando yo me negué a que fuera siempre de negro y empezó a llevar colores discretos. Al poco también murió mi abuelo Ángel, fue un día de Reyes, Dios le dio una buena muerte ya que murió mientras dormía.
Se puede decir de mi madre que fue como ahora se dice una madre coraje, trabajo hasta la extenuación,fue el motor de la casa, ya que mi padre enfermo de cáncer hasta que murió, y su carácter no fue de gran ayuda,él era un espíritu libre no quería tener jefes ni que nadie le mandara y por eso se hizo artesano tenía un taller donde se hacían toda clase de muñecas,cajitas para bombones, panderetas con madroños para los turistas y unos monitos con el cuerpo de cartón a los que se pegaban retales de piel que se compraban en los talleres de peletería, todavía recuerdo ir con mi madre a comprar las pieles a un taller cerca de la plaza Santa Ana y venir con el saco a cuestas.Estos monitos fueron los últimos juguetes que hicimos, la cara era de una pasta que mi madre cocía en la cocina y se llamaba Colofonia, lo echaba en un molde con la cara del mono y al enfriarse ya estaba listo para repasarlo, pulirlo y pintar a mano, la cara era de color dorado y los ojos y las cejas con un pincel muy pequeño las dibujaba mi madre, el cuerpo, los brazos y piernas eran como ya he dicho de cartón y luego con cola de carpintero le pegábamos la piel, los brazos y las piernas llevaban unos cordones que terminaban por encima de la cabeza del muñeco y que tirando de él, hacían que el muñeco se moviera y bailara, todo era artesanal y era tremendo el trabajo que llevaba, luego los vendíamos a personas que los vendían en el Rastro o por Ferias. Todos mis hermanos antes de encontrar otros trabajos han sidos los que ayudaban a mis padres a la confección de mucha clase de juguetes para lleva el sustento a casa.
Hace unos días hablando de esto con mi hijo Raúl le comente como se hacían los los muñecos en forma de mono y buscamos Colofonia, es tremendo leer lo peligroso que es tener contacto con ese elemento, la lista de enfermedades es tan grande y mi madre se expuso tanto a ella, siempre comentaba que el cáncer que había sufrido mi padre era por la Colofonia y que se la había dejado a ella de herencia.
Siempre hemos estado juntas, en nuestra vida solo nos hemos separado en dos ocasiones, la primera un mes en el año 1966, donde me fui a un viaje por Europa y la segunda en mi luna de miel que fueron 33 días, el resto que fueron 34 años siempre hemos estado juntas.
Yo siempre he padecido de fuertes dolores de cabeza, eran unas terribles jaquecas que me amargaron parte de mi vida, mi madre me cuidaba en esas horas como si fuera un bebe, sabía que los olores, los ruidos y la luz incrementaban estos dolores y ella apagaba la luz, descolgaba el teléfono, porqué el sonido del timbre se me clavaba en el cerebro,y me hacía una tisana de manzanilla, su amor y entrega hacía mí eran incondicionales, infinitos.

 Cuando me casé ella no quiso venirse conmigo a vivir, nosotros había comprado un piso nuevo de dos dormitorios en un barriada nueva de Madrid, llamada el Barrio del Pilar en la Plaza de Maspalomas,5, en la famosa Vaguada y hasta allí no llegaba el metro, teníamos que coger un autobús hasta la Plaza Castilla y allí el metro, para entonces ese barrio estaba lejos del centro de Madrid, donde nosotros siempre habíamos vivido y mi madre no quiso irse a vivir con nosotros, pero eso no fue problema, ya que mi marido y yo solo íbamos a nuestra casa a dormir, yo queda con mi madre por la mañana a la salida del metro de la Puerta del Sol y desayunábamos en un bar cerca de mi trabajo, después a la hora de comer yo lo hacía con ella y cenar lo hacíamos  junto con ella mi marido y yo.
Mi madre siempre me acompañaba al trabajo, por el camino siempre agarradas del brazo subíamos por la calle Atocha hasta el callejón de Matute, luego por la calle del Príncipe  torcíamos hasta la Plaza de Santa Ana, callejón del Gato y calle de la Cruz, otras desde la plaza de Santa Ana  cogíamos la plaza del Ángel  v parábamos en un bar cerca del trabajo que se llamaba Marazul y tomábamos café, allí algunas veces nos esperaban mis hermanos que también trabajaban donde yo y así mi madre veía a sus hijos casi cada día., este bar estaba en la encrucijada entre el callejón del Gato, y la calle de la Cruz y Espóz y Mina, luego yo entraba a trabajar en la calle de la Cruz,19 donde estuve trabajando hasta que me casé en 1973.
Durante algunos años mi madre se ponía enferma muchas veces, le daba unas fiebres muy altas y el abdomen lo tenía muy inflamado, la seguridad social ya existía y estaba cada día en el médico, pero entonces no hacía tantas pruebas y no se solucionaba su problema, la recuerdo acompañandome al trabajo y teniendose que parar por los dolores, tengo en la mente un día después de comer yendo al trabajo en la calle Fúcar, se paro y se apoyó en la pared quejandose de los fuertes dolores, nosotros no sabíamos que hacer, en este tiempo también empezó a desmayarse y a perder el conocimiento, los médicos le empezaron a tratar con medicinas para la epilepsia, pero los desmayos no desaban, estaba hablando y de momento caía al suelo, fueron unos años terribles, ella era una mujer muy activa, decía que el día que se metiera en la cama sería para morir y no dejaba de trajinar y de acompañarme al trabajo y así ver a sus hijos. Un día tan mala se puso que la llevamos a la clínica la Paz, allí salieron los médicos y nos regañaron, nos dijeron que como es que no la hubiéramos llevado antes , que estaba muy mal, que su vesícula estaba tan inflamada que comprimía todos los órganos cercanos, nosotros les respondimos que hacía dos días que había estado en ese mismo Hospital y que la mandaron a casa.
Por fin se solucionó la enfermedad de mi madre, al extirparle la vesícula, se le quitó la fiebre y los dolores y el mismo médico que la operó nos dijo que los desvanecimientos, que otros médicos los habían tomado por epilepsia, eran por la inflamación de la vesícula que comprimía el hígado y le producía lo mismo que un boxeador cuando le da un puñetazo a otro al hígado y lo deja K.O.,
En el año 1975, ya casada mi, marido se cambió de trabajo y eso trajo que nos tuviéramos que trasladar al Puerto de Santa María, por supuesto que mi madre se vino con nosotros, vivíamos en un Chalet en Valdelagrana en la carretera de Madrid. ahora Avda. de Madrid y mi madre enseguida se amoldó al chalet, que entonces en Valdelagrana eran muy pocos y no como ahora que está toda llena de cemento,se llamaba El Macka.Allí estuvimos unos tres años.
Por un tiempo volvimos a Madrid, mi marido se quedó en El Puerto y yo tuve que trabajar en la misma empresa, pero lejos de él, siempre mi madre era mi compañía, allí nació mi hijo Enrique en el año 1978, después del día de mi boda el día que nació mi hijo fue el más maravilloso que hasta entonces me había ocurrido, allí estaba mi madre, fue junto conmigo la mujer más feliz del mundo.
Las horas que pasé en la clínica hasta que dí a luz me acompañaron tres personas, que por desgracia ya no están aquí, mi marido, mi madre y mi cuñada Marisol, que pena que si tu no mueres antes tengas que sentir como te arrancan un pedacito de corazón con cada persona querida que se marcha antes que tú.
Los primeros meses de vida de mi hijo, mi madre estaba siempre pendiente a él, mi hijo era un niño muy bueno, dormilón y simpático, teníamos que despertarle para que tomara su biberón y el siempre se despertarse con una sonrisa que nos hacía a todos ser felices, mi madre era la primera para cogerle en brazos y darle el biberón, estaba siempre mirando la hora para ser ella la primera.
Fatidicamente justo a los cuarenta días del nacimiento de mi hijo mi madre fallecía repentinamente.
Recuerdo que parecía tener una premonición ya que unas horas antes de ponerse tan enferma, estaba yo sentada en el salón, ella se acercó a mi con un termo lleno de agua caliente y me lo entregó para el biberón que mi hijo se solía tomar a media noche, estuvimos hablando y en un momento me dijo una cosa que después no he sabido si era una premonición o solamente casualidad, ella me dijo- Cuando era joven pedía vivir al menos los años que había vivido mi madre, pero ahora que los tengo desearía vivir los años de mi padre ( mi abuelo Ángel vivió 83 y mi abuela Carmen solo 72).  esto lo estábamos hablando sobre las 11 de la noche y sobre las dos de la mañana me llamó con una campanita que tenía encima de la mesilla de noche y cuando acudí, se quejó de que no se encontraba bien y que tenía mucho frío, llamamos al medico, nos dijo que tenía una tensión muy baja y que había que ingresarla, mi marido se quedó con mi hijo y yo la acompañé en la ambulancia, cuando llegamos al hospital la metieron en la UCI, después nos dejaron pasar solo a dos personas, pasamos mi hermano mayor y yo, ella se quejaba de que le dolía mucho cerca del riñón y me pidió que por la mañana la llevara la dentadura, también me dijo que le habían dicho que era un cólico de riñón y que no se quejara tanto.
De madrugada el médico nos recibió y nos dijo que mi madre se quejaba mucho, que solo tenía un cólico y que estaba en la UCI porque no había habitación y chasqueando los dedos dijo-En cuanto que haya habitación libre la llevaremos a una o se irá a casa- esto fue sobre las tres de la mañana, a las 9 mi madre fallecía, mis hermanos querían buscar al médico para matarle.Dios le haya perdonado, ya que yo no lo he hecho y todos los días recuerdo su falta de profesionalidad y de empatía con los enfermos.
Madre ¿sabes que todavía algunas veces levanto el teléfono para llamarte? No podía pasar ningún día sin que al llegar a la oficina, te llamara y te dijera-¡Hola!¿ como está mi Precioboni? así te llamaba era un nombre cariñoso que yo hice de preciosa y bonita, esa llamada te la hacía a los diez minutos de habernos separado, todos, todos los días.

Mi madre murió a los 72 años, el día de su entierro hasta el cielo lloro por ella, ese día 11 de Noviembre en Madrid amaneció con una niebla tan intensa que no se veía ni a a medio metro, esa niebla soltaba una lluvia fría que encogía los huesos tanto como teníamos encogida el alma.
Han pasado ya muchos años desde que te fuiste pero yo cada vez te recuerdo más, algunas veces me veo reflejada en ti, diciendo o haciendo las mismas cosas que tu hacías o decías.
He tratado de hablar mucho de ti con mis hijos, pero esto que estoy escribiendo quiero que quede después de que yo me vaya, que sepan lo que es una Madre, sí así con mayúscula, se que no he podido verter en este relato de tu vida todo lo que tu nos has dado a mis hermanos y a mí, se que por muchos tomos de libros que rellenara nunca podría contar lo que tú has sido para mí, pero yo a mi manera he querido dejar constancia de una Madre, como no  habrá otra, pero que yo tuve la suerte de poder disfrutar y que me acompañara y guiara en mi vida.

Espero dejar en mis hijos un buen recuerdo, yo al menos me he esforzado, he pensado siempre en ellos antes que en mí, puede que muchas veces me haya equivocado y todavía me seguiré equivocando, pero todo lo he hecho con el ejemplo de mi madre, quizás soy demasiado protectora y
no haya hecho las cosas también como tu lo hiciste, pero todo lo que he hecho por mi hijos lo he hecho por amor.
Madre, ya falta menos para que yo me vaya a reunir contigo, yo ahora también voy a ser abuela por primera vez, soy muy feliz y pido lo que tú, vivir un poco más para poder ver a mi nieto crecer.
Madre, te añoro, todavía necesito tu refugio, ahora más que nunca  ya que vivo sola y no te tengo a ti para que me recibas en tus brazos y que nada malo me pase.
Madre, madre, madre, ¡TE QUIERO!

jueves, 10 de octubre de 2013

ANECDOTAS FAMILIARES


Mi tío Lorenzo era un pillo de mucho cuidado, manejaba a mi padre a su antojo (y eso era muy difícil, pues mi padre tenía un genio de mil demonios y no se dejaba manejar por nadie) pero mi tío tenia lo que ahora llaman carisma, te liaba una y mil veces. Era de las personas que te debía dinero, no te pagaba y encima te pedía más y se lo dabas.

 

Bueno pues a mi padre y mi hermano Lorenzo en la posguerra, cuando faltaba de todo y la carestía de la vida era imposible para los pobres, los propuso descargar un camión de harina en la calle Mesón de Paredes (Madrid) tenía que ser de madrugada ya que era de "estraperlo" y si te pillaban podías dar con tus huesos en el "cuartelillo". Mi padre siempre fue una persona muy recta, nunca consintió que él o sus hijos en aquellos tiempos tan malos, donde cada uno se buscaba la vida como podía, cometieran la más mínima falta, de ninguna clase ni de educación hacía los demás y por supuesto menos de algo que fuera ligeramente ilegal. Por eso era inimaginable como pudo mi tío liar a mi padre.

Volviendo a mi padre y hermano, después de dejarse embaucar por mi tío, los dos pasaron parte de la madrugada sacando sacos de harina del camión. Quedaron muertos ya que no estaban acostumbrados a esos trabajo y a eso se sumaba la tensión de que los descubrieran.

Con las primeras luces, esperaron a mi tío ya que había quedado en ir a pagar al dueño de la harina y a mi padre.

Ni que decir tiene que mi tío no apareció, quedando mi padre y mi hermano muertos de cansancio y sin cobrar ni una peseta.

Pero aún no fue lo peor, el dueño de la harina como sabía que mi padre era hermano del que no se había presentado a pagar, quería que mi padre pagara y después de una discusión donde mi padre le quiso hacer ver que él, era el primer engañado, el hombre que llevaba un bastón empezó a intentar sacudir a mi padre y hermano.

Ni que decir tiene que los dos salieron corriendo poniendo tierra por medio

.

Así que llegaron a casa destrozados... Mi madre ya les había advertido sobre mi tío, pero no sé qué poder tenía sobre mi padre que no escarmentaba.

 

En otra ocasión mi tío apareció por Madrid con una empresa de espectáculos. Esta compañía de teatro llevaba a un Mago (creo que por alguna maletas debería tener un trozo de periódico donde se anunciaba) no estoy segura si mi tío era el Mago o si era su ayudante, el caso es que otra vez mi tío liando a mi padre.

Pero esta vez la cosa podía ser sería, ya que el Mago decía que alguien del público saliera para poder hipnotizarle.

Ese alguien por supuesto que no era un espontaneo, estaba amañado ¿Y quiera era el tonto del espontaneo? ¡Mi padre!

El Mago " Hipnotizaba a mi padre y luego le iba dando órdenes que él iba cumpliendo, pero para pasmo de todos una de esas órdenes era que subiera a la platea y desde allí de tirara.

Aunque parezca mentira mi padre se tiró....Con las consiguientes contusiones entre exclamaciones del público horrorizado.

 

Y ya tenemos a mi padre saliendo del teatro magullado (y fue poco) y a mi madre llorando y suplicando a mi padre que no volviera a hacer ningún trabajo para su hermano. Esta vez no sé si mi padre cobro.

domingo, 23 de enero de 2011

MI ABUELO ANGEL- IN MEMORIAM

Siento no haber encontrado ninguna fotografía de mi Abuelo, se que he de tener un par de ellas muy "viejecitas" pero me ha sido imposible dar con ellas. Recuerdo que en una de ellas estaba con su perrito. ¡Lastima! porqué habríais visto la cara de la bondad.

Es muy importante en mi vida y por esa causa también en la de toda mi familia la figura de mi abuelo Ángel.
Siempre digo que mi madre era la madre mas buena del mundo, pero ahora tengo que repetir esto mismo de mi abuelo. Personas como ellos ahora ya no hay, ese desprendimiento de lo poco que tenían para dárselo a los demás, esa entrega a las necesidades de los otros sin esperar nada a cambio, esa dulzura en el trato ( cuando a ellos la vida les trataba tan mal).


Mi abuelo se llamaba Ángel Pérez Belmonte y él siempre se presentaba así con el nombre y los dos apellidos.

De pequeña era tal el cariño y la unión que sentía por mi abuelo, que cuando todavía no sabía hablar bien y alguna vecina me preguntaba por mi nombre siempre decía: "Mamen Avia Bemonte"-Carmen García Belmonte-

Por más que lo intentaban nadie me hizo cambiar al decir mi nombre, algunas veces las vecinas me decían ¡No! ¡ tu nombre no es ese ! y yo me enfadaba ya que tomaba el segundo apellido de mi abuelo por el mio .

Volvemos a mi abuelo; fue músico militar, tocaba el Bombardino, instrumento de viento, de nombre curioso que yo no comprendía y me resultaba gracioso.

De joven se había quedado ciego, entonces la medicina no estaba al alcance de los pobres, además de no estar avanzada. Al parecer la ceguera de mi abuelo no era nada grave, pero una especie de llagas que tenia por dentro de los párpados hizo que su madurez la pasara ciego.

La impotencia de un hombre bueno de no poder asistir económicamente a su familia le metió en una espiral de frustración y depresión.

Por dos veces intentó suicidarse. En un ocasión se tiro a un pozo y allí se quedo hasta que toda la familia salió en su busca y dio con él, no había conseguido su propósito. Otra vez se tiro delante de un tren, pero su ceguera le hizo calcular mal y acabo malherido entre las vías.

No obstante a la miseria de la vida que le tocó vivir, era un hombre cariñoso, disponible para cualquier cosa que se le pidiera, nunca se quejaba (y eso que carecía de lo esencial) y pese a que mis recuerdos de él son de cuando ya era un anciano su actividad era la de muchacho.

Con el paso del tiempo la enfermedad de sus ojos se curó y ya anciano le podías ver leyendo una ,tras otra, novelas de indios y vaquero o pistoleros, las cuales en aquel tiempo se alquilaban o cambiaban por unos céntimos en los kíoskos.


Él se hizo cargo de cuidarme ya que mis padres y hermanos, trabajaban todo el día para poder tener una muy modesta vida, solamente eso, era para lo que daba tanto trabajo de toda la familia y cada día lo mismo, volver a empezar ,ya que lo que se conseguía solo daba para la subsistencia para el día.

Mi abuelo vivía con mi tía Consuelo, marido e hijo, pero no estaba recogido allí por cariño, lo estaba porque él ejercía de criada, en un cuarto piso sin ascensor en pleno rastro de Madrid (plaza de Cascorro) .

Él cuidaba a mi tía que tenia tuberculosis (entonces enfermedad mortal) y hacía la compra, limpiaba la casa y cocinaba. El marido y el hijo trabajaban en una imprenta y un banco respectivamente, por eso al ejercer trabajos más remunerado la economía dentro de la precariedad era un poco mejor que la del resto de la familia.

El abuelo todas las tardes después de haber dejado recogida la casa de mi tía, se dirigía andando a la mía que estaba a una distancia aproximadamente de unos 2 Km. Todos los días el mismo recorrido, ida y vuelta, para estar junto a mi.

Cuando yo era bebe era tal el cariño que me tenia que todas las tardes me sacaba en un cochecito a pasear. Solía llevarme al paseo del Prado o al jardín Botánico ya que nosotros vivíamos en una calle que desemboca en el paseo del Prado.

Fue él quien me entronizó como "La Reina" siempre se dirigía a mi como"La Reina" a todo el mundo le hacía repetir ese nombre cuando se dirigían a mi, y ningún conocido en su presencia podía olvidar nombrarme así.
En una calle paralela a la mía ( del Gobernador) estaba instalada lo que entonces se llamaban Casas de Socorro, ahora sería equivalentes a servicio de urgencias medicas. Allí en días calurosos de verano. los médicos y enfermeros sacaban al atardecer las sillas a la calle para aprovechar la sombra e intentar refrescarse un poco. Todos los días al volver de nuestro paseo mi abuelo tomaba el camino a casa por esa calle, y al pasar a la altura de los que se encontraban sentados los hacía levantar diciendo "levantaros y dejar que pase la Reina" y el pasaba empujando el cochecito donde yo iba.

Lejos de enfadarse todos sonriendo se levantaban y retiraban para que yo pasara.

Pasado unos años la llegada de mi abuelo por las tardes pasó a ser un gran acontecimiento no solo para mi, también para todas mis amigas. En aquellos tiempos acostumbrábamos a jugar en la calle, las casas no reunían condiciones y por las calles no pasaban muchos coches, allí, después de salir del colegio las niñas y niños pasábamos muchas horas jugando a la comba, las chapas, la rayuela, los cromos, adivinar películas, al rescate a la pelota y a mil juego más

Siempre recordaré que un solo coche, aparcaba en nuestra calle, se trataba de un precioso Jaguar azul, siempre reluciente, que lo aparcaba un hombre vestido con uniforme de chofer con su gorra de plato en la puerta de su casa todos los días.

Nosotras en nuestra ignorancia jugando nos entreteníamos abriendo la espita de las ruedas, y nos gustaba escuchar como salía el aire. Por supuesto que no sabíamos la trascendencia de este acto, el pobre hombre se ganaba la vida sirviendo de chofer de algún señorito y nosotras en nuestra inconsciencia le hacíamos un trastorno enorme.

Cuando salía de comer y se encontraba las ruedas desinfladas su desesperación era terrible. Espero que su jefe no tomara represalias por llegar mas de una vez tarde por nuestra culpa.

Desde entonces siempre me ha gustado el Jaguar, aunque no soy fanática de los coches, cuando me preguntan mis hijos que coche me gusta, siempre contesto que el Jaguar, en más de una ocasión mis hijos me animaban a comprar uno, pero siempre me ha parecido muy caro. aunque ellos me decían que había modelos que no eran tan caros.

Otro coche que recuerdo que también aparcaba en mi calle era un taxi estilo a los ingleses, esos tan anchos y que en la parte de atrás, se podían abatir dos asientos más de la parte trasera de los asientos delanteros, y así la parte trasera parecía una sala de estar. Este taxi era de un hombre muy bajito y malhumorado- siempre estaba enfadado-sobre todo con su hijo- al hijo le llamábamos "Gregorín" por supuesto se llamaba Gregorio y era un poco mayor que nosotros, siempre estaba sucio, lleno de grasa de intentar arreglar el taxi, pero no lo debía de hacer muy bien ya que su padre siempre lo regañaba.

El taxista, las pocas veces que estaba de buen humor, cuando llegaba a la calle nos dejaba montar en el coche y una docena o más de chiquillos, montábamos dentro y en una especie de escalón que tenia el coche para poder acceder a él.

Con todos nosotros riendo y gritando entraba el taxi en el patio de una casa donde había varias cocheras cada una con su correspondiente cierre de cremallera. Esta cocheras se utilizaban como almacenes, en una de ellas dormía todos los días el taxi.

Volviendo a la expectación que levantaba mi abuelo cuando venia todas las tardes en mis amigas y en mi, en aquella época era comprensible ya que la merienda (cuando se tenia) consistía en pan con aceite y azúcar... pero mi abuelo apartaba de la medida ración de comida que le asignaban en casa de mi tía, la mayor parte y con el pan que le correspondía y parte de su comida hacia un bocadillo y eso era lo que levantaba la expectación. Al ver llegar a mi abuelo salia corriendo a su encuentro y detrás de mi toda la chiquillería para ver que era lo que traía el bocadillo hoy, pero mi abuelo las espantaba y me apremiaba para que me lo comiera.

Su presencia junto a mi, su mano tomando la mía, su delgada y encorvada figura subiendo la cuesta de mi calle cuando marchaba, su cara surcada de arrugas, su amable y sonriente semblante y su total entrega a mi en todo lo que yo pudiera necesitar... todo, todo lo tengo dentro de mí.

Las mayores alegrías de mi niñez siempre van unidas a la figura de mi abuelo, siempre unidos hasta tal punto que cuando mis padres tenían algunas "perrillas" le daban a mi abuelo para que en el paseo me comprara alguna golosina, y él, nunca sabré como lo hacía (aprovecharía que yo estaba descuidada) me decía "mira allí" y me hacía mirar debajo de algún papel o cualquier otra cosa que estuviera tirada por el suelo de la calle y ¡milagro! debajo encontraba una chuchería o unos céntimos.... Para mi era pura magia, la ilusión, la alegría, que yo sentía no la puedo expresar aquí. Ahora que soy mayor creo que nunca hubo una niña tan feliz.

Nunca...nunca... hubo nadie tan feliz con menos.

¡Gracias abuelo!

¡Gracias por existir,! por compartir conmigo 12 años de nuestras vidas, hasta te doy las gracias por las cosas que no me gustaban, como cuando con las monedas que algunas veces te daban mis padres (pocas veces) me metías en una taberna oscura con cuatro vejetes como tu y pedías un vino para ti y una gaseosa para mi. Yo me aburría y te repetía que quería irme, pero tu me acariciabas y siempre decías "ahora...ahora.." han pasado mas de 50 años y todavía me acuerdo de uno de esos vejetes con unas gruesas cuerdas a su hombro las llevaba porque su trabajo era el de "mozo de Cuerda" o sea cuando alguien quería llevar un bulto de un sitio a otro o llegaba en tren con maletas pesadas estos hombre cargaban como burros y así se ganaban la vida.

La vida de mi abuelo fue la de un hombre bueno que no llegó a disfrutar los beneficios que después toda la familia llegamos a tener gracias a nuestros trabajos. Dicen que solo estamos muertos cuando nadie nos recuerda, yo le recuerdo cada día, cada hora, cada minuto.... Si yo tuviera la fortuna de que mi abuelo viviera, haría cualquier cosa para que no le faltara de nada, le cuidaría, como él me cuido, le mimaría, como él lo hizo y me sacrificaría hasta la extenuación como él lo hizo por mí. Pero yo no tendría el merito que él tuvo, ya que ahora las condiciones de la vida han cambiado.
Este relato lo hago con todo mi corazón y para que mis hijos sigan teniendo en su memoria a esta buena persona, solidaría y cariñosa que fue mi querido abuelo.



Mi abuelo murió la noche de un día de Reyes en su cama a los 83 años, Dios le dio una muerte dulce .

Como murió en 1956, no alcanzó a poder llevar una vida cómoda, como la que tuvimos unos años después la familia.

Abuelo, me meciste, me acunaste, me llevaste de la mano siempre, cuidándome y engañándome para que la vida misera que me rodeaba no me contaminará demasiado.

Hubieras dado la vida por mi y yo solo siento que los pocos años que tenía, no me dejaran tomar conciencia para agradecerte tu protección y cariño. Ahora desde mis muchos años, te mando a donde estés todo mi cariño, y quiero decirte que para mi no estas muerto, pues alguien muere cuando nadie le recuerda, ni le nombra, y no es este tu caso, pues durante mi vida tu siempre has estado presente y estarás presente mientras viva.

¡¡ ¡Te Quiero!!!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

LUCERO Y REINA


En mi infancia yo era la reina. Sí, no lo toméis a risa y además también era un Lucero.
Ya se que puede parecer exagerado pero yo he sido una reina y un Lucero por un tiempo.
Mucha gente ha tenido una infancia con lujos, no ha carecido de nada pero no ha llegado a lo que yo llegue a ser para las personas que al nacer me esperaban con ansia. Cuando comprobaron que era una niña no tardaron en nombrarme así.
Cuando mi padre llegó de la clínica donde yo acababa de nacer, parecía que se había vuelto loco, después de tres varones había nacido yo, o sea una niña.
Dicen las vecinas que sacó la cabeza por la ventana del patio y dando fuertes voces las llamó y les dio la noticia de esta forma "vecinas he tenido una niña" y repetía una y otra vez la misma cantinela.
Al llegar yo a casa mis hermanos que eran ya bastante mayores, uno por uno quisieron tomarme en brazos y después de hacerlo y abrazarme y besarme mis padres le preguntaron ¿Que os parece la niñas? todos a la vez hablaron para decir que si era muy guapa, que si me parecía a papa o a mama.
Pero por encima de estas voces sobresalió la mi hermano Emilio diciendo ¡ a mi me parece un Lucero!.
Todos a la vez rieron y les pareció tan bien este nombre que ya no me dejaría hasta que fui una mujer mayor. Toda la familia desde entonces me llamó Lucero.
Otro día contaré como, porqué y por quien fui entronizada como "La Reina"